30 mayo 2016

Lady killer


Debo decir que en un cómic busco lo mismo que en un libro: una buena idea, una trama, un guión que esté bien llevado y que me entretenga. No compro/leo un cómic porque tenga un buen dibujo, o mejor dicho, no solo por eso; para eso ya están los sketchbooks y libros de arte. A mí tiene que ganarme lo que cuenta. Eso no impide que, si el dibujo es malo a rabiar, tanto que no puedas seguir el hilo, por muy buena historia que se intuya, el cómic se quede en la estantería de la librería.


Cuento todo esto porque con Lady Killer lo que me gustó desde el principio fue el dibujo. Lo abras por donde lo abras el dibujo te acapara. La sinopsis también estaba bien, pero el dibujo era bueno. Muy muy bueno. Y el color, la ambientación, el vestuario. Si hasta algunas viñetas, sobre todo en las que figura el padre de familia,  parecían sacadas de la cabecera animada de Embrujada. La recreación de aquellos años sesenta en yankilandia era perfecta. Tenía que ser mío y lo fue.

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23 mayo 2016

¿Amanecer?

Por desgracia, estaban en lo cierto. No erraron quienes vaticinaban que con la llegada del nuevo año el mundo tocaría a su fin por nuestros pecados.
Semanas antes, el pueblo, bullía y se tomaba a chanza a aquel escaldo caído en desgracia. Reían y le increpaban, le lanzaban huevos podridos y tomates maduros. Si le hubiéramos hecho caso… dudo que hubiera servido de algo.

El día antes muchos no salieron de sus casas; tal era su miedo. No había sucedido nada anormal, pero se dejaba sentir en el ambiente. Había algo, invisible, extraño, anómalo, que había aterrorizado a nuestra pequeña villa.
Los animales compartían, como si fueran parte de la familia, las mismas estancias que nosotros. Todos hacinados, humanos y bestias, sin hacer ruido, como si el ruido fuera a conjurar el desastre. Rezábamos a Dios, a la Virgen y a los Santos en silencio. No hacíamos nada más durante todo el día.

El día siguiente no salió el Sol. Ni al otro, ni al otro, ni al siguiente… Las tinieblas se adueñaron del cielo como si el mismo Averno se hubiera instalado en él, y solo de vez en cuando un jirón de cruel esperanza escapaba de las negras y humeantes nubes. Cuando eso ocurría, era absorbido por aquel enorme, pulido y brillante… ¿trozo? de piedra negra y rectangular que desde aquel fatídico primer día del año mil de Nuestro Señor, apareció en medio del mercado.


Dos años llevamos ya sin ver el astro de fuego y no sabemos si alguna vez habrá aquí más amanecer. 

Crónicas de la era glacial, 1



Parece mentira, pero desde que se editó por primera vez en Japón en 1988 nunca se había publicado en España el manga que hoy nos ocupa. Tal vez sea un signo de los tiempos y las tendencias, tal vez alguien se haya dado cuenta del error, o tal vez, simplemente, quieran hacer caja.


Sea como sea, siempre es bienvenida cualquier obra de Jiro Taniguchi. Cualquiera. Acostumbrado(s) como estoy (¿estamos?) a historias intimistas, familiares, nostálgicas, emotivas, románticas e incluso gastronómicas, pero historias que siempre tocan la patata del lector, sorprende ver a este autor en una aventura de ciencia ficción. (No acabo de encuadrar Un barrio lejano ni Cielos radiantes dentro de ese género por mucho que uno trate de un viaje al pasado, al propio cuerpo adolescente manteniendo la mente de adulto, y otro nos cuente el intercambio de conciencias entre dos personas a raíz de un accidente de tráfico).

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Wonder Woman, Hierro








No puedo estar más agilipollado con mi primera incursión en serio en una colección de Wonder Woman. Quiero pensar que se debe al buen hacer del guionista, Azzarello, en la fusión que hace de mitología clásica y de mitología que va “inventándose” en beneficio de la historia. (O al menos yo creo que es inventada; me gusta lo mitológico, pero no soy ningún experto).
Si vas a leer esto supongo que es porque te has leído los dos tomos anteriores, Sangre y Agallas y puedo hacer espoilers de dichos números. De no ser así dos cosas:


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15 mayo 2016

El silencio de la ciudad blanca


Es toda una putada, una gran putada, que un domingo de verano, víspera de Santiago, y días antes de las fiestas de Vitoria, cuando estás disfrutando del mejor pincho de tortilla de patatas del mundo (con el huevo a medio cuajar y las patatas cocidas aunque crujientes) recibas una llamada del trabajo. Una llamada que va a cambiar tu vida a peor y ni te imaginas cuánto. No lo sabes en ese instante. No tienes ni idea. De momento solo eres consciente de lo que te dice la persona al otro lado del teléfono: al igual que veinte años antes, se han encontrado dos cuerpos desnudos. Chico y chica, con las manos apoyadas en la mejilla del otro…

Así comienza este libro… Aunque no exactamente. El comienzo es un par de hojas anterior, con una presentación a lo El crepúsculo de los dioses, y un narrador, Unai López de Ayala, nuestro protagonista, que ya de primeras nos avisa que cerró el caso siendo la última víctima de un asesino en serie y con tiro en la cabeza. 

A partir de ahí todo nos es contado como si de un largo flashback se tratara y todo se desarrolla de una manera hipnóticamente original. 

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09 mayo 2016

Sarna con gusto



El año pasado tuve la enorme suerte de descubrir, con tardanza, es verdad, a un autor al que ya no voy a poder dejar de seguir y admirar, al menos en el terreno de la novela negra.
Su trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, (tres tochazos, por cierto, como tres bibliacas) los fui ventilando uno tras otro sin descanso. Memento mori, el primero, la sorpresa, bautismo y comunión. Dies irae, la confirmación y Consummatum est, la comunión y matrimonio del lector (en particular de este que escribe) con el autor.
Esa fue la progresión sacramental, o vía crucis, de la religión que Gellida instauró con los amantes del género. Desde entonces miles de fieles son (somos)  los que esperaban una segunda venida…


Y no sé qué motivo, al enterarme por twitter hace meses de la salida de Sarna con gusto, me llevó a pensar que iba a ser un libro distinto. Más finito y que contaría algún caso de Ramiro Sancho anterior a aquel por el que se dio a conocer. Una lectura independiente. Ojo, que me hubiera dado igual que así hubiera sido, que reencontrarte con Ramiro Sancho y sus refranes cínicos y agridulces ya es suficiente motivo de alegría, pero habría sido como hacer un kit kat en un momento en el que lo que apetecía era más caña,  más madera.

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05 mayo 2016

Valeria, reseñada en Libros y Literatura


No pasé de Bram Stoker. Y eso que me gustó mucho. De hecho, creo que Drácula es uno de los máximos exponentes del romanticismo del siglo diecinueve. Como buena novela decimonónica tiene todos los rasgos naturalistas y pre-industriales de la época, pero en medio de una compleja trama de vampiros que a mí, personalmente, me entretiene mucho más que las obras de Goethe o la mismísima Shelley.
Pero, como decía, no pasé de ahí. Mi afición vampírica se quedó en el siglo diecinueve. ¿Por qué? Pues digamos que la oferta que vino después de aquello… no me sedujo. Salvo alguna excepción en la gran pantalla, del tipo de Underworld, las historias de Van Helsing y compañía no me atrajeron demasiado. Después hubo un pequeño intento de la industria con vampiros que iban al instituto, con peinado rastafari y que les brillaban las escamas al sol cual trucha recién salida del agua, que le dio al género su toque de humor, pero que tampoco llegó a ser cosa seria. Cosa seria era Drácula. El conde de los Cárpatos fue el origen de todo y, en ese sentido, me interesa más el aspecto histórico y evolutivo de la especie. Quizá sea por esto por lo que me ha enganchado Valeria, de Diego Palacios Marxuach.

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04 mayo 2016

La dama de los muertos



A pesar de tener una pila de libros que nunca disminuye, uno siempre va en busca y captura de nuevos libros bien porque los de la pila ya están “seguros”, bien porque ese  no es “su” momento.


Y así, sin siquiera buscar una lectura en concreto, me dejo engatusar por una portada simple como lo es una rosa y más atraido aún por el título, La dama de los muertos. Semejante elección de palabras para titular un libro me lleva a pensar automáticamente en vampiros, en La Reina de los condenados o incluso en el personaje Muerte, creado por Gaiman para su Sandman. Pero nada más lejos. Semejante distinción no se refiere a ninguna criatura de la noche ni a la figura de la guadaña sino a Brunilda Blum, la dueña de una funeraria.

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01 mayo 2016

Estrómboli



Es curiosa la manera en la que uno acaba por encontrarse con determinados libros o, como diría Rajoy I el Iluminado, “dicho de otra forma”, la manera en la que algunos libros lo encuentran a uno.

Supe de Estrómboli justo después de devorar una tras otra las siete temporadas de Hijos de la Anarquía, una serie de moteros a la que muchos –yo no– valoran por encima de Breaking Bad.
El libro me llamó por ser un libro de cuentos y por estar precisamente uno de ellos protagonizado por una banda de motoristas que acosa a una pareja que viaja por Estados Unidos.  Razones más tontas he tenido para leer un libro, aunque también he de decir que si no hubiera visto la serie este libro hubiera caído igualmente.


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