22 junio 2016

Ragnarök: El último dios en pie. 1


Que la mitología nórdica me encanta es algo que ya he dicho repetidas veces en LyL. Es imposible que no te guste a medida que te vas adentrando en sus profanidades. Le da mil vueltas a las sosas correrías de Jesús y sus doce compadres, así como a toda la Biblia. 
Las aventuras de Thor, en su vertiente de dios nórdico, no la de Vengador, son muy muy buenas, y es aquí en donde Walter Simonson ha sido uno de los autores que mejores cómics de Thor ha hecho. La saga de Surtur, La balada de Bill Rayos Beta, La lucha por Asgard y Balder el Bravo, son maravillas que deben leerse si se es fan del dios del trueno y/o de los mitos escandinavos. 

Sucede además que el Ragnarök, lo que viene a ser el fin del mundo (de los nueve mundos para ser exacto), suele ser un tema recurrente en los cómics del tronador, y es curioso también que sean los nórdicos los únicos dioses (o eso creo y no me parece estar equivocado) que son conscientes (y mucho) no solo de que algún día van a morir, sino que finalmente mueren. 

Reseña completa en LyL.

21 junio 2016

En pleno verano



Hay libros que te exigen rapidez, no prestar atención a los detalles, ir al grano y sumergirte en una buena historia. Que te metas de lleno, que te creas todo lo que te dice sin dudar, que devores sus páginas porque estás atrapado en ellas y seguir el único camino que tienes, que no es sino seguir leyendo para averiguar cómo va a acabar el drama. 

Y después hay otros para leer con calma, con paz y tranquilidad, parándote en cada palabra, sabiendo que tanto autor como traductor han dedicado tiempo a escoger esa palabra, esa precisamente y no otra para encajarla ahí. Libros para degustar en tu sillón favorito, con tu té y tus galletitas o con tus ocho cajas de donuts de chocolate untados en nocilla y acompañados de un sabroso y caliente chocolate a la taza. Libros para disfrutar solo, sin nada que te distraiga, sin ninguna prisa. Que el mundo pare para que puedas paladear cada frase.

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04 junio 2016

Caballero Oscuro III. La raza superior. Libro Uno







¡Oé oé oé oé! ¡Alegría y alborozo! Que Frank Miller es un puto genio es algo que no tiene discusión (la prueba es que Pablo Motos aspira a convertirse en el propio Miller algún día). Redefinió el género de superhéroes, los hizo humanos, sufrieron con él más desgracias que cualquier humano normal y los llevó al límite…Suyas son obras gloriosas como el Born Again de Daredevil, 300, Sin City, la creación de Elektra y sobre todo Batman: Año uno, El regreso del Caballero Oscuro y el All Star Batman (que me van a llover palos por todas partes, pero a mí me encantó, y lo pasé en grande con esa visión tan macarra de Batman y me gustó mucho, pero mucho más que el All Star Superman. He dicho). 

Pese a varios varapalos de la crítica con su última (y pendiente aún de lectura Holy Terror, ese cómic en el que Miller quería contar el enfrentamiento entre Batman y Al Qaeda, pero DC no le dejó y tuvo que inventarse a otro héroe) no me equivoco si afirmo que todos los batmaníacos comenzamos a babear ante la noticia de que Miller, estaba trabajando en una tercera parte de su Batman. ¿Y cómo no hacerlo? ¿Quién mejor que él para contar la evolución del murciélago? Miller, que ha sido uno de los que han encumbrado al caballero oscuro a lo más alto. Es casi casi un segundo padre del héroe, después de Kane y Finger, claro, y conoce a su criatura mejor que nadie. Así, que, teniendo en cuenta todo esto, la balanza se inclinaba con mucha diferencia a favor de su lectura. Y se inclinaba tanto a su favor, que me he traicionado a mí mismo y no he esperado a que se recopilaran todas las grapas en un único tomo. 

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02 junio 2016

La musa oscura




Uno no puede creer que un libro como este se haya escrito en la actualidad. No por temática sino porque está escrito de una forma y además trata un tema que recuerdan a los libros que leíamos de pequeños, cuando nos iniciábamos en esto del leer “por nuestra cuenta”. Libros antiguos de historias que ocurrían hace uno, dos, tres siglos, y éramos conscientes de ello y a la vez era eso parte de su encanto, al descubrir en sus páginas la manera en la que la gente “antigua” vivía sin electricidad, sin coches, móviles, frigoríficos y cámaras de fotos.

Además, en esas tempranas lecturas (aunque los títulos no lo eran) también abundaban, en mi caso, aquellos en los que la trama contaba la ansiada consecución del crimen perfecto. Siempre había un malvado, acomodado en la mayoría de los casos que (al no haber televisión, playstation, internet o móviles y haberse leído todos los libros, la burguesía y la nobleza caían en el tedio más soporífero, cosa que había que evitar a toda costa no fueran a coger un mal de humores), se esforzaba en ejecutar el famoso hito de la perfección criminal.

Reseña completa en LyL



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