Tras semejante parquedad y descripción en el título encontramos la
adaptación al cómic de un relato del omnipresente Neil Gaiman, (el cual
últimamente aparece en la sopa, en los cereales y en los popitos de bebé),
escrito hace diez años, lo que en tiempo mortal viene a ser una década. Y lo
cierto es que si tanta presencia tiene el escocés y tan bien y en tantos
formatos se sabe vender, es porque su obra, más allá del nivel de calidad (que
suele ser excelente), es extensa.
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