Para conmemorar el centenario del fallecimiento de Stoker, la Asociación de Escritores de Novelas de Terror de los Estados Unidos decidió otorgar este año un premio extraordinario a la mejor novela de vampiros publicada desde 1912.
De las 354 obras consideradas en una primera ronda, quedaron 6 finalistas: Soy leyenda (1954), de Richard Matheson (Minotauro); El misterio de Salem's Lot (1975), de Stephen King (Plaza & Janés); Entrevista con el vampiro (1976), de Anne Rice (Ediciones B); Hôtel Transilvania (1978), de Chelsea Quinn Yarbro (Alamut); El susurro de la medianoche (1982), de Charles L. Grant (Martínez Roca) y El año de Drácula (1992), de Kim Newman (Timun Mas).
El fallo se anunció el pasado 31 de marzo como parte de los actos del Congreso Mundial del Terror, celebrado en Salt Lake City. El jurado, presidido por Leslie S. Klinger (autor de The new annotated Dracula, W. W. Norton, 613 p.), decidió que el premio a la mejor novela de vampiros escrita desde la muerte de Stoker fuese a parar a manos de Richard Matheson, quien había excusado su asistencia por motivos de salud (cuenta 86 años).
La decisión tiene algo de salomónica: no se discute la importancia del relato de Matheson, pero sus monstruos se encuentran un tanto a caballo entre vampiros y zombies. El autor agradeció el premio en un vídeo en el que recordó cómo era todavía un adolescente cuando vio el Dracula de Bela Lugosi y pensó: "Si un solo da tanto miedo, ¿qué sucedería si el mundo entero estuviese lleno de vampiros?".
Las obras de Stephen King y de Anne Rice (ambos se apresuraron a felicitar vía Internet a un Matheson al que reconocieron como su maestro) son de sobra conocidas; vale la pena que digamos algo de los otros tres finalistas, pues abordan el mito desde puntos de vista diferentes. Charles L. Grant (Newark, 1942-2006) eligió como escenario de sus historias Oxrun Station, una población imaginaria que situó en el estado norteamericano de Connecticut.
En El susurro de la medianoche, opta por envolver al lector en un clima opresivo (quiet horror) y la novela puede interpretarse como un homenaje al cine de terror que impulsaron en los años 50 y 60 las productoras Universal y Hammer. Ambientada en los últimos años del siglo XIX, El susurro de la medianoche narra el enfrentamiento entre el detective Ned Stockton y el conde Gregor Brastov, vampiro que pretende apoderarse de una neblinosa Oxrun Station. La venta de ciertas piezas de ajedrez que representan figuras mitológicas desencadena la acción.
Frente al enfoque clásico adoptado por Grant, Chelsea Quinn Yarbro (Berkeley, 1942) se inclina por la variante del vampiro amistoso. Yarbro se interesó por la difusión del mito y sus modificaciones en diferentes culturas, lo que le indujo a plantearse la posibilidad de escribir sobre un vampiro alejado del modelo "canónico", pero que conservara sus rasgos esenciales (la condición de no-muerto, su dependencia de los seres vivos, la actividad nocturna), de modo que continuara siendo reconocible como tal. El conde de Saint-Germain imaginado por Yarbro responde al intento de conseguir que el lector acepte la idea de un vampiro que no es enemigo de los humanos, y cuyas parejas no son necesariamente sus víctimas. Ambientada en el París de Luis XV, Hôtel Transilvania (1978) nos presenta a un conde de Saint-Germain de impecable elegancia, inteligente, cultivado, capaz de expresarse con fluidez en varios idiomas, sin problemas económicos y que (a diferencia del personaje imaginado por Stoker) no desprecia a los humanos, sino que envidia la brevedad de su vida.
Yarbro ha escrito ya 26 novelas con Saint-Germain como protagonista: una de ellas (Come Twilight, 2000) está ambientada en la España de la Reconquista, y en ella vemos cómo el bueno de Saint-Germain salva de la muerte a una dama que resulta ser en exceso impetuosa.
Yarbro ha escrito ya 26 novelas con Saint-Germain como protagonista: una de ellas (Come Twilight, 2000) está ambientada en la España de la Reconquista, y en ella vemos cómo el bueno de Saint-Germain salva de la muerte a una dama que resulta ser en exceso impetuosa.
Con su novela de 1992 El año de Drácula (Timun Mas), Kim Newman (Londres, 1959) sigue la línea "historicista" de Yarbro, si bien adopta un registro que le permite mezclar protagonistas históricos (Oscar Wilde, el escritor y viajero Swinburne, el tándem artístico Gilbert & Sullivan) con otros imaginarios (personajes extraídos de los relatos de A. Conan Doyle, H. G. Wells, Robert L. Stevenson o Alejandro Dumas conviven con un Jack el Destripador transformado en cazador de vampiros). Por otra parte, a diferencia de Yarbro, Newman prefiere subrayar el carácter maligno del mito, con lo que sus historias se aproximan a la línea de Matheson en Soy leyenda. El punto de partida es una distorsión del relato de Stoker: para Newman, Van Helsing no logra acabar con Drácula; de modo que el conde, victorioso, se dispone a contraer matrimonio con la mismísima reina Victoria y gobernar una Inglaterra cuya clase dirigente está formada por vampiros.
Leído aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario