Encuadernación: Tapa dura
Dimensiones: 29.5 cm x 29.5 cm
Nº Pág.: 166
Me encanta la fotografía. Ver fotos, hacerlas… No soy ningún experto ni tengo una cámara réflex que-te-cagas. No. Compacta, 9,1 megapíxeles, la puedo llevar a cualquier sitio y hace buenas fotos. Con eso me vale y acudo a todos los fotomaratones y ralis fotográficos que puedo. No entiendo de isos ni de tiempos de exposición, diafragmas ni otros pitos y flautas. Para hacer buenas fotos no hace falta tener la mejor cámara. Ni siquiera hace falta que sea una buena cámara. Lo que realmente importa es la visión personal de la persona tras la cámara, el encuadre que le des y lo que se vaya a fotografiar. Y a veces suerte. Con una cámara buena por supuesto que te saldrán mejor las fotos, pero si te falta el sentido de la estética y/o una visión particular, un estilo propio, tus fotos serán técnicamente buenas, pero convencionales.
Hace casi un año tuve la suerte de poder acudir al Museo de Bellas Artes de Bilbao para ver la exposición del pintor español vivo más cotizado: Antonio López. Un artista que puede tardar años, y cuando digo años pueden ser hasta décadas, en acabar un cuadro, dotándole de pinceladas meditadas que plasman lo cotidiano con un realismo tal que sus obras llegan a ser de un realismo que se confunden con fotografías. (Si no habéis visto nada suyo, buscad en Google, por ejemplo “Madrid visto desde Torres Blancas “).
Recuerdo que en uno de esos programas que se rellenan a base de recortes de noticias y chascarrillos de la red que emite una cadena privada y que insisten en llamar telediario, dedicaron unos minutos a hablar de Antonio López. De cómo en verano, a partir de cierta fecha y cierta hora, iba con su caballete a Sol a pintar con la luz que quería, esa que sólo unos pocos días al año, y durante unos minutos, era propicia. Mucha gente se arremolinaba en torno suyo para aprender algo de él, para intentar que se le pegara algo. Unos minutos. Tal vez una hora era el tiempo que podía aprovechar para recoger esa luz que para López era tan valiosa como el oro. Después de esos instantes, recogía y marchaba.
Así pues, quién mejor que alguien que conoce tan bien la luz como López para prologar éste España, de Fernando Manso, únicas letras, por cierto, que vamos a encontrar en todo el libro. Dice el pintor que a España se la ha pintado poco, pero la fotografía sí la ha recogido más. Dice también que en la naturaleza hay horas especiales donde ocurren cosas que no estamos acostumbrados a ver. Lo inusual, el instante donde se produce una revelación,… y que es en esos instantes donde trabaja Fernando Manso.
Hace casi un año tuve la suerte de poder acudir al Museo de Bellas Artes de Bilbao para ver la exposición del pintor español vivo más cotizado: Antonio López. Un artista que puede tardar años, y cuando digo años pueden ser hasta décadas, en acabar un cuadro, dotándole de pinceladas meditadas que plasman lo cotidiano con un realismo tal que sus obras llegan a ser de un realismo que se confunden con fotografías. (Si no habéis visto nada suyo, buscad en Google, por ejemplo “Madrid visto desde Torres Blancas “).
Recuerdo que en uno de esos programas que se rellenan a base de recortes de noticias y chascarrillos de la red que emite una cadena privada y que insisten en llamar telediario, dedicaron unos minutos a hablar de Antonio López. De cómo en verano, a partir de cierta fecha y cierta hora, iba con su caballete a Sol a pintar con la luz que quería, esa que sólo unos pocos días al año, y durante unos minutos, era propicia. Mucha gente se arremolinaba en torno suyo para aprender algo de él, para intentar que se le pegara algo. Unos minutos. Tal vez una hora era el tiempo que podía aprovechar para recoger esa luz que para López era tan valiosa como el oro. Después de esos instantes, recogía y marchaba.
Así pues, quién mejor que alguien que conoce tan bien la luz como López para prologar éste España, de Fernando Manso, únicas letras, por cierto, que vamos a encontrar en todo el libro. Dice el pintor que a España se la ha pintado poco, pero la fotografía sí la ha recogido más. Dice también que en la naturaleza hay horas especiales donde ocurren cosas que no estamos acostumbrados a ver. Lo inusual, el instante donde se produce una revelación,… y que es en esos instantes donde trabaja Fernando Manso.
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