¡Odio el gym! Así, entre
signos de admiración, grito al viento con enfado…
En realidad, no lo odio (creo).
Voy cada vez con menos ganas, me cuesta más, soy perezoso… Lejos están los
primeros días en los que era una actividad nueva y acudía con la mochila con
una sonrisa en la boca dispuesto a sudar la gota gorda para esculpir el
cuerpazo… que aún no tengo.
Cuatro años después, la rutina se
ríe de mí. Ni siquiera los cambios del repertorio musical, que de vez en cuando
hago en mi reproductor de mp3 para luchar contra la también rutinaria y
machacona música de los 40 que atruena el gimnasio, pueden con ella.
Pero sigo yendo. Soy más fuerte
que todo eso… Eso y que además tengo un año más pagado y no lo voy a
desperdiciar…
¡Odio el gym! es ideal
para cuidarse, para hacer ejercicio sin tener que acudir a gimnasios ni tener
que comprar mancuernas, esterillas y otras zarandajas con las que entrenarse en
la propia casa y dejarse los cuartos en tiendas de deporte.
La reseña completa en LyL.
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