Esta reseña es difícil de hacer. Muy difícil. Primero,
porque no puede explicarse su trama sin hacer espoilers. Segundo, porque esa
trama es muy dura. Y tercero, porque es un libro que conjuga tan bien poesía
con sentimientos que las sensaciones que transmite al leerlo solo pueden
trasladarse leyendo el libro y no una reseña.
Ese es mi marrón… Pero bueno, un hombre tiene que hacer lo
que un hombre tiene que hacer, así que vamos a ello.
De buenas a primeras si voy a mi librería habitual buscando
libros (porque a mi me gusta buscar, no pido recomendaciones al librero, me
gusta moverme por los pasillos y coger de aquí y de allá los libros que me
llaman, bien por la portada, bien por el título) ni por asomo habría elegido El
nadador en el mar secreto. Y no porque no esté bien
editado, –que lo está y primorosamente a la manera de aquellos viejos libros de
tela–, sino porque no destaca en nada: un lomo naranja, una portada en la que
solo vemos autor, título, editorial, colección y nada más. Ni siquiera una
sinopsis con la que orientarnos o que nos permita “bucear” algo en las profundidades
ambiguas de su título (El nadador en el mar secreto bien
podía ser el título de una novela de Simenon, no me digáis que no).
Así que, si no llega a ser por los comentarios favorables en
Internet, el recorrido más probable de este libro es el de
estantería-manos-estantería.
Reseña completa en LYL.
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