Ay, Loki, Loki… las lía pardas. Pero, ¿qué sería de Asgard y
de las Eddas sin su aparición? Bueno, vale. Posiblemente… ¡no!, con toda seguridad
no sucedería el Ragnarök (o batalla del fin del mundo) y los dioses, sobre todo
Odín, vivirían más tranquilos y relajados, sí. Todos comiendo y comiendo sin
fin como Obelix y bebiendo cuernos y cuernos de hidromiel, acostándose con esta
y aquella y luchando entre ellos o contra gigantes por mera diversión, porque
sí, porque es lo que siempre han hecho y lo que les gusta…
Pero faltaría algo. Si no existiera no habría chicha en las
historias, no tendría gracia la mitología nórdica (una mitología que le da mil
vueltas a la cristiana, pues es mucho, pero muuucho más entretenida). Loki es
el contrapunto necesario. ¿Nos imaginamos a Batman sin el Joker? No es buen
ejemplo porque anda que no tiene villanos Batman… para dar y regalar. Pero ya
me entendéis.
Hasta ahora siempre hemos conocido la “versión oficial” de
lo sucedido por vías ortodoxas (Eddas y Sagas), pero lo que leemos en El
evangelio según Loki es, como su nombre indica, la versión de Loki.
Loki, el Embaucador, el Dios de las mentiras, el
cambiaformas, el astuto, el Dios del Caos… tantos nombres para referirse a un
personaje que, a pesar de vivir entre los dioses, nunca se verá plenamente
integrado en su comunidad, ni querido por ellos. Pero, ¿cuántas veces ha
salvado Loki la situación? ¿Cuántas veces ha sacado a los dioses de líos? Sí,
es cierto que muchos de los líos los ha originado él, pero los resuelve cuando
no queda otra (puede que creando otros nuevos) y, repito: ¡qué coñazo sería
Asgard si no!
Reseña completa en LyL.
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