Cuando uno ha hecho un muy buen libro (sobre todo en un género tan difícil,
estereotipado y aparentemente con unas reglas tan marcadas como lo están en el
negro –aunque te las puedas saltar o le des nuevos y originales enfoques–), ha
tenido una gran acogida por la crítica especializada y por el público lector, y
quiere seguir escribiendo dentro del mismo género (o incluso en otro) es
inevitable sentir una presión y un miedo a no saber mantener el nivel. Sobre
todo si el libro que tan bien fue acogido fue el primero. Uno puede verse
tentado a pensar de sí mismo que en parte pudo tener un golpe de suerte, que le
puso tanto tiempo, mimo, esmero y dedicación que se ha vaciado y ya no hay nada
más qué contar.
Reseña completa en LyL.
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