¿Quién no ha querido matar a un niño alguna vez? ¿O niña? ¿O niñe, niñi o niñu? Si alguna vez hasta lo hemos hecho. En nuestra imaginación. Y con éxito total. Pero una cosa es la imaginación y otra la realidad, claro.
De siempre, matar a niños ha estado mal visto incluso en las historias de terror, aunque esa tendencia se ha ido relajando poco a poco pues la capacidad de asombro y de sentir miedo es algo que con la edad personal y la evolución de la especie necesita nuevos horizontes y líneas rojas que cruzar.
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