Érase una vez un barrio chungo de Madrid. Uno de esos barrios a los que ni el Carapolla ni la loca del coño, que no merece ser nombrada, se plantean pisar ni en campaña electoral para cosechar un puñado de valiosos votos. No llega al extremochunguismo de la Cañada Real, de donde Sergio Ramos se lleva una “supuesta” tajada, pero, al fin y al cabo, un barrio marginal en el que la vida se parece bastante a la muerte.
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