Lo malo de seguir series es que entre el fin de una temporada y el comienzo de la siguiente pasa mucho tiempo. Demasiado. Tanto que a veces no recuerdas algunos aspectos de la trama que ya has visto, pero te da pereza volver a ver el último episodio. Al menos a mi me pasa.
Así que al ver el primer episodio de la cuarta temporada de True Blood estaba un poco descolocado, aunque algunas cosas fueron volviendo a mi memoria poco a poco.
Sin ninguna duda ésta ha sido la peor temporada de las cuatro. Pase que en una serie convivan hombres lobo con vampiros e incluso con cambiantes. Pero… ¿hadas? ¡¿Hadas?! ¡Venga, hombre! Menos mal que las hadas sólo tienen protagonismo en el primer episodio.
Así que al ver el primer episodio de la cuarta temporada de True Blood estaba un poco descolocado, aunque algunas cosas fueron volviendo a mi memoria poco a poco.
Sin ninguna duda ésta ha sido la peor temporada de las cuatro. Pase que en una serie convivan hombres lobo con vampiros e incluso con cambiantes. Pero… ¿hadas? ¡¿Hadas?! ¡Venga, hombre! Menos mal que las hadas sólo tienen protagonismo en el primer episodio.
-A veces me gustaría ver un episodio en el que no ocurriera nada. Nada de nada. Eso sí que sería algo extraordinario en Bon Temps.
(No es verdad. Si en un episodio no ocurriera nada lo criticaría muchísimo)-.
Por si esto fuera poco, el hilo argumental se centra mucho (tanto que se hace tedioso) en la brujería wikana, y en la figura de “Antonia Gavilán, de Logroño” (que repiten así, tal cual, como si "de Logroño" fuera parte del nombre), quemada en nuestra bonita ciudad hace 400 años.
Temporada anodina pues, en la que se echa de menos, y mucho, a personajes tan carismáticos como el rey Russell o la reina Sophie-Anne y que ha dado oportunidad a una interesante reflexión:
No es que Sookie no esté bien, pero no creo que sea una tía que esté tan tan tan buena como para que Bill, Eric, Sam y el hombre lobo cuyo nombre no recuerdo vayan tras ella, teniendo cerca, por ejemplo, a Jessica.
Temporada anodina pues, en la que se echa de menos, y mucho, a personajes tan carismáticos como el rey Russell o la reina Sophie-Anne y que ha dado oportunidad a una interesante reflexión:
No es que Sookie no esté bien, pero no creo que sea una tía que esté tan tan tan buena como para que Bill, Eric, Sam y el hombre lobo cuyo nombre no recuerdo vayan tras ella, teniendo cerca, por ejemplo, a Jessica.
El final de la tercera temporada dejaba algún interrogante que, sorprendentemente, en ésta cuarta no se ha tratado (los guionistas han estado demasiado ocupados metiendo paja y personajes insustanciales) aunque en el último capítulo se deja entrever levemente un atisbo de resolución previendo resolverlo totalmente en la quinta. Un sucio truco para intentar que el espectador no abandone la serie.
En resumen, ésta temporada ha bajado mucho el nivel de las anteriores.
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