Guion: Antonio Altarriba.
Arte: Kim.
Número de páginas: 208.
Color: Blanco y Negro.
Género: Costumbrista.
Premios:
Premio extraordinario Cálamo 2009
Premio Nacional de Cataluña en su modalidad de cómic
Galardones a la mejor obra, mejor guión y mejor dibujo de autor español en la 28ª edición del Salón del Comic de Barcelona
Premio al mejor guión de historieta realista en los XXXIII
Premios Diario de Avisos (2009).
Los Premios de la Crítica al mejor guionista nacional y a la mejor obra nacional, dados a conocer en las Jornadas de Aviles
Premio Nacional del comic 2010.
"A mi padre todo le salió mal.
Quiso volar y se estrelló siempre"
Este es otro libro triste. Es la historia del padre del autor, Antonio Altarriba, narrada en primera persona -"...voy a contar la vida de mi padre con sus ojos pero desde mi perspectiva".- gracias a una serie de notas en un diario como parte del tratamiento para salir de una depresión. Asistimos a las desdichas de un hombre que, desde niño tuvo que soportar más golpes de los que le tocaban cuando él sólo buscaba trabajar de forma honrada: huir del pueblo en el que se sentía encerrado y sin posibilidad de “volar” donde hasta sus hermanos se aprovechaban de él, para encontrar un trabajo en la ciudad en la que se burlaban de los paletos y finalmente tener que regresar al odiado pueblo con el rabo entre las piernas; participar en la guerra en el bando perdedor y tener que emigrar a Francia, para, de nuevo luchar otra guerra y caer en un campo de prisioneros; prosperar en un negocio, tener casa e hijo, para después perderlo todo… En definitiva, probar escasas migajas de felicidad para después, cuando ésta ha pasado, notar la amargura de la infelicidad.
Quiso volar y se estrelló siempre"
Este es otro libro triste. Es la historia del padre del autor, Antonio Altarriba, narrada en primera persona -"...voy a contar la vida de mi padre con sus ojos pero desde mi perspectiva".- gracias a una serie de notas en un diario como parte del tratamiento para salir de una depresión. Asistimos a las desdichas de un hombre que, desde niño tuvo que soportar más golpes de los que le tocaban cuando él sólo buscaba trabajar de forma honrada: huir del pueblo en el que se sentía encerrado y sin posibilidad de “volar” donde hasta sus hermanos se aprovechaban de él, para encontrar un trabajo en la ciudad en la que se burlaban de los paletos y finalmente tener que regresar al odiado pueblo con el rabo entre las piernas; participar en la guerra en el bando perdedor y tener que emigrar a Francia, para, de nuevo luchar otra guerra y caer en un campo de prisioneros; prosperar en un negocio, tener casa e hijo, para después perderlo todo… En definitiva, probar escasas migajas de felicidad para después, cuando ésta ha pasado, notar la amargura de la infelicidad.
Una historia en la que la poca esperanza que se pueda esperar, se torna pronto en desesperanza; una historia de resignación y abandono; de sumisión a su tiempo y a los valores autárquicos de la dictadura; de rendición, de pérdida de sueños de juventud y de ideales; de desengaños; de aceptar que nada vaya a mejorar por mera supervivencia. Y de tristeza. Tristeza de acabar la existencia en una residencia de ancianos por voluntad propia. La vida de un hombre que a los 90 años, cansado de estrellarse contra la vida, decide suicidarse porque ya es lo único que puede elegir: la muerte.
Una historia dura en un mundo injusto, pero real, en muchas ocasiones deprimente, pero de lectura necesaria. Una de esas obras que se quedan dentro y sobre las que la reflexión llega días después de su lectura.
Una historia dura en un mundo injusto, pero real, en muchas ocasiones deprimente, pero de lectura necesaria. Una de esas obras que se quedan dentro y sobre las que la reflexión llega días después de su lectura.
Imprescindible.
PD: La Residencia en la que había pasado sus últimos años exigió a Antonio Altarriba hijo el pago de 34€ en concepto de deuda por los cuatro días que iban del 1 al 4 de mayo, fecha de su suicidio. Se enfrascó entonces en un proceso legal contra la Comunidad Autónoma de La Rioja. Pagar sería rendirse.
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