Título: Buenos Presagios
Editorial: Timun Mas
Género: Fantasía, Humor
Páginas: 394 páginas
Hace tres o cuatro… o cinco años, qué sé yo, en septiembre, la época en la que los ideólogos de las colecciones se exprimen las neuronas y creen que la gente va a comprar (y algunos ideólogos incluso se convencen de que la cosa irá más allá del primer fascículo) cosas como “dedales del mundo”, “botones del mundo”, “pilas del mundo”, “cajetillas de tabaco del mundo” y otras exquisitas delicatessen, me encontré con el primer “fascículo” de una colección bastante más apetecible: “El color de la magia”, el incio de la saga de libros del Mundodisco de Terry Pratchett. Tapa dura, barato, y creo que 2x1, venía otro libro cuyo título no recuerdo ahora.
En fin, que comencé la lectura pero no me gustó. Sí, sí, abucheadme, hordas de fans de un mundo en el que cuatro elefantes se apoyan en una tortuga que vaga por el espacio… No me enganchó y regalé los libros a un amigo.
Tres o cuatro… o cinco años, qué sé yo, me encuentro con la oportunidad de leer Buenos Presagios. Que aparezca Pratchett como autor me desanima un poco, pero lo compensa, y much, que esté escrito mano a mano con Neil Gaiman, uno de los guionistas de cómic con los que más he disfrutado y por culpa de cuyas historias me aficioné al noveno arte. Decir Neil Gaiman es decir The Sandman; si no lo has leído… me parece muy mal.
Otra cosa que me animó fue la portada: Un diablillo bien vestido, con un buen traje, gafas de sol, tumbado con una copa de ¿vino? y las típicas alas de demonio. Realmente no es que la portada me decidiera, más bien me hizo interesarme por el argumento.
¿De qué va? Veamos… Si esto fuera una película y la distribuidora española le hubiera puesto un subtítulo sería éste: “Vaya desmadre de Apocalipsis” o “Loco, loco, loco Apocalipsis”.
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