A muchos animales les implantan lo que se llama una cánula ruminal.
Es un método que aplican los veterinarios a algunos animales, que consiste en abrir un agujero en un costado para poder acceder de forma permanente a su estómago.
(Las vacas tienen un solo estómago dividido en cuatro partes).
Una vez instalada la fístula basta introducir la mano en el estómago del animal para sacar una muestra del alimento que se desee analizar.
Para evitar que se salgan los jugos gástricos, la fístula está provista de un tapón de plástico que permite al sujeto del estudio hacer vida “normal”.
La finalidad de este método es investigar el proceso digestivo de cada pienso que se le suministra a la vaca, oveja, llama, cabra o animal que sirva de alimento, siempre con el propósito de obtener la mayor productividad en leche y carne, ahorrando claro está, todo lo posible en costes.
Este es uno de los muchos experimentos inverosímiles y espantosos que se realizan diariamente, en una sociedad que valora a los animales no humanos únicamente como objetos de uso y consumo, es decir, los que te comes cada día.
¿Es justo que tratemos así a nuestros compañeros de planeta?
¿Es realmente necesario hacer esto?
¿Estamos todos de acuerdo en apoyar estos métodos?
Porque no olvidemos que cuando compramos una “estupenda carne” que está de oferta en el supermercado, estamos potenciando sin paliativos estas prácticas.
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