06 abril 2013

Te daba por muerto



348 páginas
Idioma: Español
Formato: 13 x 20 cm.
Presentación: Rústica con solapas



Soy muy dado a las historias con perro. No a las de aventuras tipo Colmillo blanco o Cujo (aunque a las de este tipo también, pero no es esa la clase de historia a la que me refiero ahora). Hablo de historias como las de Jiro Taniguchi en su cómic Tierra de sueños o como de la muy recomendable peli de Richard Gere Siempre a tu lado, Hachiko. Historias que sabes que te van a hacer llorar porque se centran en la especial relación que se cuece y se enriquece entre hombre y animal, desde que el animal es cachorro, viéndolo crecer, jugando con él, educándole, observando los descubrimientos que va haciendo en el mundo, cómo hace lo suyo dónde no debe… hasta que muere. Y claro, sale la lágrima.

Por eso, cuando leí la sinopsis de Te daba por muerto dónde decía que Paul era un desastre, divorciado, en deplorable forma física, penosa salud, con problemas de impotencia, con una relación inestable…, pero que tenía una perra, Stella, que le escuchaba y no sólo eso, sino que le daba su opinión, pensé que el libro iba a merecer la pena por tener a un perro y además un contrapunto humorístico.

Y lo cierto es que el libro está muy bien y merece la pena y las veces en las que Stella interviene, tienen su gracia. Pero no es el libro de perros que creía que iba a ser. Y eso no quiere decir que el libro sea malo, eh, ojo. Es simplemente que conviene avisarlo. Así pues, hecha la debida aclaración, vayamos con el libro.

El peso de Te daba por muerto recae por completo en la figura de Paul, el dueño, quien, aparte de todo el conjunto de “virtudes” anteriormente mencionadas, es algo inseguro en la relación de tres meses que mantiene actualmente con Tamsen, su novia no-novia.
Por si fuera poco su padre ha sufrido un derrame cerebral y no se sabe todavía qué secuelas le dejará.

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