“Elizabeth ha desparecido” no solo es el título de este libro.
Es también el mantra que Maud se repite a sí misma, la frase que apunta en
papelitos que va dejando por su casa (y en otros que también mete en su bolso y
caen de él cuando rebusca en su interior), pero
que no recuerda haber escrito a pesar de reconocer su letra. En el bolso
también tiene papeles con recetas, listas de la compra y demás… y la casa la
tiene plagada de notas del tipo “nada de cocinar”, “ni siquiera huevos”, “no
comprar más latas de melocotón”… Su vida es el post it del post it del post it…
“¿Cómo resuelves un misterio cuando no recuerdas las
pistas?” es la frase que aparece en portada, la que te vende el libro, te
inyecta el gusanillo de la intriga y también, junto a la foto de una silla
vacía mirando a una ventana abierta, te aclara algo por donde pueden ir los
tiros de esta novela. Y es que…¿cómo no va a querer leer una novela así un
aficionado a la novela negra? ¡De cabeza!
A decir verdad la ¿desaparición? de Elizabeth no será el
único misterio que Maud, de ochenta y dos años (no setenta como figura en la
contraportada) tendrá que desvelar ya que a medida que vamos avanzando en la
lectura somos testigos de cómo su alzheimer hace lo propio.
Olvidarse de que acabas de desayunar y volver a hacerte unas
tostadas y un té, no poder seguir una conversación porque olvidas de que
estabas hablando, tener la sensación de que tienes recordar algo sumamente
importante y no poder hacerlo, caminar por la calle sin saber cómo has llegado
hasta ahí, olvidar los nombres de las cosas… Para ella todo son, poco a poco,
más y más misterios. Como para ponerse a hacer de detective…Son tantas y tantas
las escenas cotidianas en las que usamos la memoria sin darnos cuenta y que nos
parecen tan normales. Si a todo esto le sumamos que a Maud el tema de Elizabeth
le obsesiona y que hay detalles que la retrotraen a setenta años atrás, en el
Londres de después de la Segunda Guerra Mundial –cuando tiene lugar otra
desaparición en su vida, la de su hermana– y que a veces confunde pasado y
presente, tenemos un cacao impresionante en la cabeza de la pobre Maud.
Reseña completa aquí.
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