Me gusta la mitología. Ya lo he dicho alguna vez. La adoro. Sobre todo la griega y la nórdica. Son una pasada. Las dos. Y cada vez que profundizo algo más en ellas, en la griega principalmente, me asombro de lo poco, de lo poquísimo, que conozco realmente de ellas. Cada vez aparecen más nombres, más hijos o nietos o tataranietos de dioses o de héroes… Joder, menuda cabeza tenían que tener los antiguos para recordar semejante mejunje de nombres y parentelas…
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