Creo que casi todos los días que voy al gimnasio, las veo. En el vestuario masculino. Unas son más largas que otras. Raro es el día que no veo una. Se mueven, tienen vida propia...
Lo de ayer fue ya de record. Vi ni más ni menos que siete... Y pensar que cuando me dirigía a mi ducha no vi ninguna...
Por cierto, hablo de lombrices, malpensados.
Aquí dos: una al fondo, y otra entre la junta de las dos baldosas, intentando pasar desapercibida.
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