Reproduzco un escrito de Salvador Sostres aparecido el 15 de mayo. Después de leerlo, sólo puedo pensar que éste tío es imbécil. No se explica de otra forma semejante sarta de comparaciones ridículas. ¿De verdad se cree todo lo que ha escrito?
Tenemos que profundizar en la admiración que nos causan Messi y Cristiano para darnos cuenta de que sus enseñanzas van mucho más allá del regate prodigioso y del gol que sólo ellos podrían marcar.
El mismo fin de semana que los indignados celebraban su primer aniversario terminaba la Liga de los 100 puntos, la Liga de Messi y de Cristiano. Han jugado todos los partidos, los de lucimiento y los marrulleros, no han aceptado ningún trato de favor ni ningún privilegio, han tomado la iniciativa y han asumido los riesgos. Han competido desde el primer hasta el último minuto, a veces con más fortuna y a veces con menos, pero siempre con alta fidelidad, dejándose la piel en todo lo que hacían. Ni una sola queja, ni una sola excusa, ni un solo descuido. Son las virtudes que cada padre querría para su hijo.
Les han molido a palos, han intentado acabar con ellos del modo más salvaje, han tenido que convivir con la desesperante mediocridad y morderse la lengua ante lo atrevida que resulta la ignorancia. Y todo ello, sin el menor escándalo. Ni una sola fotografía en un lugar inadecuado, ni una sola fiesta fuera de horas, ninguna noticia que pusiera en tela de juicio su seriedad, su compromiso con el club y su respeto a los aficionados.
Messi y Cristiano son los mejores jugadores del mundo y los mejor pagados. En sus respectivas cuentas, más de 100 millones de euros. Si ellos, que podrían vivir sin trabajar, no han faltado ni un solo día, ¿qué te hace pensar que es razonable que tú te tomes la baja por un resfriado? Si ellos, que tienen su puesto asegurado y su contrato blindado, compiten al límite de su capacidad renunciando a cualquier vida social, y ya no digamos a cualquier exceso, ¿no te sientes incómodo y algo desaforado con tus discursos sobre la calidad de vida y rechazando contratos porque tendrías que trabajar los fines de semana?
España sería otra si cada indignado, antes de liarse el primer porro sentado en una plaza, hubiera pasado algunos años sometido al rigor y la disciplina de Messi y de Cristiano, al empeño colosal, al esfuerzo titánico de los que luchan sin cesar para ser mejores y para dejar el mundo mejor de lo que lo encontraron.
España sería otra si muchos más como Messi y Cristiano se hubieran tomado en serio sus vidas, sus destinos y su trabajo diario; si muchos más hubieran asumido los riesgos y hubieran jugado con la misma hombría en los estadios más memorables que en los patatales demenciales de los equipos secundarios.
El mismo fin de semana que Messi ganaba el pichichi con 50 goles y alcanzaba sus 46 Cristiano, miles de indignados celebraban que llevan un año ensuciando plazas y quejándose, un año desperdiciado y habiéndose exigido a ellos mismos mucho menos de lo que nos exigen a los demás. ¿Qué grandeza han demostrado, qué esperanza han concretado, qué pedacito de mundo han conseguido mejorar? Dices que quieres cambiar el mundo y no sabes ni qué hacer con tu vida. ¿Dónde vas?
Sentimiento y destino son una sola cosa y tú decides si vives con altura y con honor, aceptando gozos y quebrantos siempre con clase y siempre con elegancia; o bien si te escondes en los rincones más abyectos de tu inmadurez y de tu cobardía, de tu dejadez y de tu falta de agallas, mientras tus días se pudren como la fruta que se tira a la basura y tú te conviertes en lágrima y en nada.
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En fin. Mala leche me ha puesto.
Que menos que que Messi y Cristiano no falten al "trabajo"(si es que a dar patadas a un balón se le puede llamar trabajo) después de haberles pagado millonadas astronómicas por ello. ¿Cómo puede comparar jornadas de ocho horas, que siempre son más, cargando cajas, conduciendo camiones, de peón en una obra al sol o a la nieve, ... con el "trabajo" de esos dos grandes currelas que levantan el país y que si pueden, y pueden, llevan su dinero a paraísos fiscales? ¿Y porque no voy a poder rechazar un trabajo que me obliga a trabajar jornadas de doce horas, ¡doce!, y fines de semana, por un sueldo mísero y cada vez más a la baja, señor Sostres? ¿Cree usted que si me pagaran 100 millones de euros no trabajaría también los siete días de la semana? Por ese sueldo, cualquiera...
Pero vaya, igual es que los cinco millones de parados no se toman en serio sus vidas. Ni los indignados que protestan por ello. Ni los jubilados que también se indignan y protestan, y que, por descontado, también se sientan a liar porros y ensuciar la calle.
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