¡Oé oé oé oé! ¡Alegría y alborozo! Que Frank Miller es
un puto genio es algo que no tiene discusión (la prueba es que Pablo Motos
aspira a convertirse en el propio Miller algún día). Redefinió el género de
superhéroes, los hizo humanos, sufrieron con él más desgracias que cualquier
humano normal y los llevó al límite…Suyas son obras gloriosas como el Born Again de Daredevil, 300, Sin City, la creación de Elektra y sobre todo Batman: Año uno, El regreso del Caballero Oscuro y el All Star Batman (que me van a llover palos por todas
partes, pero a mí me encantó, y lo pasé en grande con esa visión tan macarra de
Batman y me gustó mucho, pero mucho más que el All Star Superman.
He dicho).
Pese a varios varapalos de la crítica con su
última (y pendiente aún de lectura Holy Terror, ese cómic
en el que Miller quería contar el enfrentamiento entre Batman y Al Qaeda, pero
DC no le dejó y tuvo que inventarse a otro héroe) no me equivoco si afirmo que
todos los batmaníacos comenzamos a babear ante la noticia de que Miller, estaba
trabajando en una tercera parte de su Batman. ¿Y cómo no hacerlo? ¿Quién mejor
que él para contar la evolución del murciélago? Miller, que ha sido uno de los
que han encumbrado al caballero oscuro a lo más alto. Es casi casi un segundo
padre del héroe, después de Kane y Finger, claro, y conoce a su criatura mejor
que nadie. Así, que, teniendo en cuenta todo esto, la balanza se inclinaba con
mucha diferencia a favor de su lectura. Y se inclinaba tanto a su favor, que me
he traicionado a mí mismo y no he esperado a que se recopilaran todas las
grapas en un único tomo.
Reseña completa en LyL.
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