Uno no puede creer que un libro como este se haya escrito en
la actualidad. No por temática sino porque está escrito de una forma y además
trata un tema que recuerdan a los libros que leíamos de pequeños, cuando nos
iniciábamos en esto del leer “por nuestra cuenta”. Libros antiguos de historias
que ocurrían hace uno, dos, tres siglos, y éramos conscientes de ello y a la
vez era eso parte de su encanto, al descubrir en sus páginas la manera en la
que la gente “antigua” vivía sin electricidad, sin coches, móviles,
frigoríficos y cámaras de fotos.
Además, en esas tempranas lecturas (aunque los títulos no lo
eran) también abundaban, en mi caso, aquellos en los que la trama contaba la ansiada
consecución del crimen perfecto. Siempre había un malvado, acomodado en la
mayoría de los casos que (al no haber televisión, playstation, internet o
móviles y haberse leído todos los libros, la burguesía y la nobleza caían en el
tedio más soporífero, cosa que había que evitar a toda costa no fueran a coger
un mal de humores), se esforzaba en ejecutar el famoso hito de la perfección
criminal.
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