Debo decir que en un cómic busco lo mismo que en un libro:
una buena idea, una trama, un guión que esté bien llevado y que me entretenga.
No compro/leo un cómic porque tenga un buen dibujo, o mejor dicho, no solo por
eso; para eso ya están los sketchbooks y libros de arte. A mí tiene que ganarme
lo que cuenta. Eso no impide que, si el dibujo es malo a rabiar, tanto que no
puedas seguir el hilo, por muy buena historia que se intuya, el cómic se quede
en la estantería de la librería.
Cuento todo esto porque con Lady Killer lo que me gustó
desde el principio fue el dibujo. Lo abras por donde lo abras el dibujo te
acapara. La sinopsis también estaba bien, pero el dibujo era bueno. Muy muy
bueno. Y el color, la ambientación, el vestuario. Si hasta algunas viñetas,
sobre todo en las que figura el padre de familia, parecían sacadas de la cabecera animada de
Embrujada. La recreación de aquellos años sesenta en yankilandia era perfecta.
Tenía que ser mío y lo fue.
Reseña completa en LyL.
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