Es curiosa la manera en la que uno acaba por encontrarse con
determinados libros o, como diría Rajoy I el Iluminado, “dicho de otra forma”,
la manera en la que algunos libros lo encuentran a uno.
Supe de Estrómboli justo después de devorar
una tras otra las siete temporadas de Hijos
de la Anarquía, una serie de moteros a la que muchos –yo no– valoran por
encima de Breaking Bad.
El libro me llamó por ser un libro de cuentos y por estar
precisamente uno de ellos protagonizado por una banda de motoristas que acosa a
una pareja que viaja por Estados Unidos.
Razones más tontas he tenido para leer un libro, aunque también he de
decir que si no hubiera visto la serie este libro hubiera caído igualmente.
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