Voy a ser claro. Cristalino como mi amor por mi querida,
hermosa, mi vida, mi esposa Anabel Lee. No me gusta la poesía. Nunca me ha
gustado. Nunca más. Puede que se deba a que me gusta que las cosas se digan
claramente, yendo al grano, sin rodeos, sin metáforas, sin hacerme perder el
tiempo, y sin tener que perderlo buscando las palabras exactas que queden bien
aquí o allá… Y aprovechando bien el papel. ¿Pero qué es eso de escribir tres
palabras y hala, a otro renglón a repetir la jugada? No. No me gusta.
Reseña completa en LyL.
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