Hubo un tiempo, cuando era joven, en el que me gustaba el
fútbol, en el que el fútbol no tenía un lado tan marcadamente mercantilista
como el que ha adoptado desde hace ya unos cuantos años. No era un gran forofo,
ni iba a partidos, pero recuerdo que los domingos por la tarde, cuando tocaba
estudiar, tenía puesta la radio con el partido del Logroñés sintonizado. No muy
alto, lo bastante para tener un runrún de fondo y enterarme de los goles, si
los había, y lo suficiente como para poder concentrarme en el estudio. Ese tiempo
pasó cuando el fútbol lo invadió todo y dejó de ser un mero entretenimiento
más. Había fútbol tooodos los putos días de la semana y entre esa saturación y
el descenso a los infiernos del C. D. L., el deporte rey acabó asfixiándome
tantísimo que ahora solo veo los partidos oficiales de la selección en Eurocopa
y Mundial.
Reseña completa en LyL.
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