Al final de la reseña de A
merced de un dios salvaje (y no me refiero a la frase que remarcaba lo
“jodida y necesariamente imprescindible” que era la lectura en aquel 2018 –y
que sigue siéndolo–) comentaba que había descubierto a un autor al que tenía
que seguir la pista… Y en cierta forma lo hice. Compré El
compositor de tormentas, pero, por desgracia, ahí sigue, en la pila de
pendientes, mirándome con un gesto de incomprensión que poco a poco va
tornándose en mueca de ira como diciéndome “¿y para eso me compras?” A lo que
apresuradamente respondo con un “caerás, caerás, tranquilo”. Y es que la vida
es esa oposición entre el montón de libros que quieres leer y el poco tiempo
que tienes para dedicarte a todos ellos…
Reseña completa en LyL.
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