Siempre he pensado que el negocio de los loqueros es un timo. Lo de sentarte en una silla o tumbarte en un diván y empezar a contar tu vida durante una hora mientras la persona frente a ti toma notas (o hace dibujitos como cuando alguien te llama por teléfono y te suelta un rollo, vete a saber), escuchándote o haciendo como que te escucha porque tal vez esté pensando que cuando acabe tiene que ir a comprar leche y huevos, o incluso si realmente te escucha y trata de ayudarte, no lo veo. Al final siempre se remonta todo a un trauma de infancia, te quieres acostar con tu madre, matar a tu padre, o a tener que perdonarte a ti mismo o a ellos o a ambos. Eso y pastillas.
Reseña completa en LyL
No hay comentarios:
Publicar un comentario