Si echamos la vista atrás, pero muy muy atrás, remontándonos hasta aquellos días en los que éramos tiernos infantes, seguramente la mayoría pensaremos que esos eran tiempos mejores, ¿verdad? Es casi seguro que todos coincidiremos (siempre que hayamos nacido en el primer mundo, no hayamos sufrido catástrofes importantes –quedarse huérfanos de padre, madre o ambos, por ejemplo– y hayamos tenido la suerte de vivir en una familia “normal” (y teniendo claro que ninguna lo es), gozando de una relativa estabilidad económica, emocional y de salud)...
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