Pérdida
Bergsson, Gudbergur
País edición: España
152 pág.
Pérdida no es la alegría de la huerta. Eso por descontado. La foto (bonita) de la tetera en la portada ya lo presagia. (El título ya ni te cuento). No te va a hacer salir un viernes noche con ganas de quemar la ciudad. Más bien al contrario, si vas a salir a comerte el mundo, apárcalo para después de los postres. Si hay algo que realmente consigue éste libro es hacerte empatizar con tus mayores. Seguramente sabes cómo se conocieron tus padres, su primer coche, sus trabajos, cómo se divertían e incluso cuando fuiste concebido. Pero… ¿sabes lo que hacen ahora que ya no vives con ellos y que tu madre ha empezado a perder un poco la cabeza? ¿Cómo afronta eso tu padre sólo, cuando sus hijos piensan que quién debe cuidar de ella es su marido? ¿Sabes que tu padre no se defiende mal en la cocina, que incluso cocina mejor que tu madre, ahora que le toca a él las tareas de la casa? ¿Sabes la de veces que ha deseado matar a tu madre para liberarse de ella? ¿Y que no aguanta estar con ella pero tampoco sin ella? ¿Y sabes que una vez muerta ya tu madre, tu padre la lleva cada día dentro –literalmente- de él?
Cuando uno es pequeño no conoce el verdadero significado de la muerte. Ha oído cosas, se ha imaginado otras y así ha ido conformando su propia idea de lo que es la muerte. Recuerdo perfectamente el día en el que entendí realmente lo que era morir y la llorera que tuve esa noche. Y, a pesar de mi mala, malísima, memoria es un recuerdo agridulce que conservo con mucha nitidez.
Cuando uno es pequeño no conoce el verdadero significado de la muerte. Ha oído cosas, se ha imaginado otras y así ha ido conformando su propia idea de lo que es la muerte. Recuerdo perfectamente el día en el que entendí realmente lo que era morir y la llorera que tuve esa noche. Y, a pesar de mi mala, malísima, memoria es un recuerdo agridulce que conservo con mucha nitidez.
La reseña completa, en Libros y Literatura.
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