Es un cliché, pero es cierto y no me cansaré de decirlo: Ser
vaca no es fácil. Bueno, tal vez no sea un cliché, pero sí que es una realidad
como un templo. Aunque también es cierto que es más fácil ser vaca que cerda,
gallina o pollo, desde luego.
Como cierto es que, en general, los animales van a lo suyo
sin meterse con nadie más de lo estrictamente necesario, y que no hay maldad en
ellos.
Todos ellos tienen en común el vive y deja vivir y la
búsqueda de la felicidad y hacen lo posible para ello. Pero a veces, por no
decir que siempre, el camino es duro y complicado, se hace cuesta arriba y
tampoco es necesario que para que la vaca que ríe sea feliz detrás esté el toro
que empuja.
A la vaca Lolle se le viene el mundo encima cuando pilla in
fraganti a su toro, Champion, montándoselo con Susi. Por si esto fuera poco y como
las desgracias nunca vienen solas, Lolle, doblemente cornuda, se entera de que
al día siguiente el ganadero va a llevar al matadero a la vacada completa para
convertirla en comida para los humanos. Sí… hay días en los que es mejor no
levantarse…
Más o menos así comienza ¡Muuu! Lolle tendrá que convencer a
sus incrédulas amigas de que deben abandonar la granja para evitar ser hechas
filetes, cosa que dudan mucho, y emprender un viaje…más allá de la valla, al
fin del mundo, cerca del bosque prohibido, pues esa es la percepción que tienen
del mundo. Pero convencerlas no será fácil: ¿Cómo va el ganadero a matarlas?
¿Por qué iban a querer los humanos comérselas? ¿Es que no comen hierba como
ellas? (Esta parte me ha recordado un poco al libro “¿Quién se ha llevado mi
queso?”, un libro de estrategia empresarial que trata de lo conveniente de
vencer el miedo a los cambios).
La reseña completa en LyL.
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