Por fin, ayer viernes 15 de octubre, tras varios intentos (hay que ver lo imposible que es hacerse con una entrada), y varios retrasos, pudimos hacer la tan esperada subida a la torre de Santiago por el módico precio de un euro.
Antes de nada, debo decir que ni yo soy fotógrafo profesional, ni mi cámara el no va más.
La torre (abajo) consta de 220 escalones y está adosada a la Iglesia de Santiago. Los dados que se ven son ... dados. Dados macizos, ya que esa es la plaza de la Oca. Incluso hay una reproducción en el suelo de dicho juego.
Esta de aquí abajo es la Iglesia de Santiago. Según nos comentó el párroco, hubo una en el siglo XII pero se incendió. Hubo que tirarla y rehacerla de nuevo. Pero los tiempos y los gustos habían cambiado. El gótico ya no era lo más chic de la época y lo que se llevaba era el estilo renacentista. Ya no había pilares entre las naves y habría más espacio para los fieles. Es más. La basílica que se erigiría en el lugar de la antigua, tendría una sola nave. El modelo era una innovación. El peso de la bóveda no podría descargarse sobre los pilares, sino que debería hacerlo sobre los muros. Tan innovador era el sistema, que según cuenta la leyenda, el arquitecto responsable, por el temor a que la bóveda se derrumbara, abandonó Logroño antes de que se inaugurara la Iglesia. Felipe II quedó tan impresionado por la novedad en el diseño de la construcción que mandó copiar los planos para reproducirlos en no sé dónde dijo el párroco en Alemania.
Primera parada. Vista desde abajo. Sobre esos maderos descansa la pesada maquinaria de un reloj antiquísimo que, a pesar de funcionar todavía, ya no se usa.
Esta de aquí abajo es la bóveda. Impresiona. Sencillamente. Da cosa pensar que bajo estas piedras está el vacío. Además, hay un agujerito por el que puede observarse la iglesia, y da cierto vértigo.
Esta es ya una vista de Logroño desde la cima.
Y otra. Este es el parque del Ebro.
La Redonda se veía de primera, sobresaliendo de entre el resto de edificios.
Y esta es la llamada de emergencia. Cuando algo grave ocurre en Logroño, encendemos la batseñal y en seguida viene Batman a desfacer el entuerto.
Bromas aparte, desde diciembre del año pasado, en lo alto de la torre se instaló un faro con motivo del año jacobeo. Según el párroco «la función que hace el faro es únicamente simbólica. En la antigüedad algunas iglesias culminaban en forma de linterna y aprovechaban esta ventaja para hacer fuego y así poder guiar a los peregrinos cuando se perdían en el campo ya que estos sólo podían orientarse con el toque de campanas y con el fuego».
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