30 abril 2014

Todas putas: Los cuentos gráficos


Recuerdo la que se armó en su día, allá por 2003, cuando el libro Todas putas, de Hernán Migoya, vio la luz. Ni lo entendí entonces ni lo entiendo ahora. A la directora del Instituto de la Mujer, Miriam Tey, se la llegó a acusar de «justificar» e incluso «hacer apología» de la violación, de la violencia contra las mujeres y de la pederastia. Soportó insultos, anónimos con amenazas y tomates a la hora de dar conferencias, entre otras cosas. (Y seguramente muchos ni lo habrían leído, como suele pasar en estos casos).
Parece mentira, la verdad, que a estas alturas, o a aquellas, feminazis, politicuchos de mierda y amigos de lo políticamente correcto no sepan o no quieran saber (los politicastros usaron el libro como arma arrojadiza en plena campaña electoral) distinguir ficción de realidad y coartar el democrático derecho a la libertad de expresión. Si por ellos (y ellas) fuera, media literatura universal o más, (Biblia incluida) habría ardido ya en la hoguera neoinquisitorial.
Afortunadamente, todavía no han llegado esos tiempos. Todavía…

Quise en su día leer también el libro, pero al final ni siquiera pude conseguir el libro ni aún para poder apilarlo en la bonita columna dórica de pendientes y con el tiempo fue quedando en el olvido. Así que ahora, diez años después, aprovechando la adaptación al cómic, puedo por fin sacar mis propias y objetivas conclusiones (que son básicamente las expuestas líneas arriba).

Y sí, reconozco que dos de las 15 historias que se nos cuentan en Todas putas son fuertes. La primera, El violador, llega de sopetón nada más abrir el cómic: un violador razonando, argumentando y defendiendo su conducta. ¿Y por qué no? ¿No hay abogados defendiendo lo indefedible: asesinatos, infanticidios, infantas que no saben/no se acuerdan de las cosas de su marido…?

La segunda, Porno del bueno, en donde un hombre viola a una niña de nueve años tras sacarla del colegio, es la más desagradable de todo el volumen. Pero, eh… ¡Sigue siendo ficción a pesar de que cada vez curas y seglares lo estén llevando al terreno de lo real!

15 historias, y las 15 adaptadas por mujeres. Y por tanto, 15 estilos de dibujo, de visiones e interpretaciones a la hora de adaptar, todos en blanco y negro. No puedo comparar la fidelidad con el libro, pero tanto da.

La reseña completa, aquí.
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