Hacía tiempo que
un libro no me llevaba de la mano para rememorar emociones vividas hace mucho,
cuando uno leía y comentaba las mismas historias que leían sus amigos, cuando
las tardes de verano eran tardes de libro, siesta y bici a lo Stranger Things; cuando alternaba las series como El cuentacuentos de Jim Henson o las
Historias asombrosas (Amazing stories)
de Spielberg con películas y más lectura. Mucho tiempo ha pasado desde que
leyera Miguel Strogoff o La historia interminable hasta que otro
libro me haya devuelto a aquellos tiempos y sensaciones remotas. Aunque ahora
que lo pienso, me sucedió hace un par de años con Historia del rey transparente.
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