27 noviembre 2014

Verano de miedo, de Carlos Molinero



Dos días. Menos. Algo menos de dos tardes, en realidad. Eso es lo que me ha costado leer este  Verano de miedo, flamante ganador del Premio Minotauro de este año. Así de enganchado me ha tenido. Y me habría costado menos si hubiera tenido más tiempo libre, que conste.

Verano de miedo es un libro de… vampiros. “Hala, venga, otro de vampiros. Y cuando no son vampiros son zombis” dirá alguno. Pues sí, pero es que cuando me enteré de que una novela de vampiros había ganado el Minotauro, y tras leer la sinopsis, no pude dejar de jurar por la Sagrada Cofradía de la Sangre Negra que tenía que leerlo cuanto antes. Y así ha sido. Pero, cuidado, que Verano de miedo no es solo un libro más de vampiros.  Tiene una atmósfera especial. A mí me ha recordado a las pelis que veíamos de niños. Me ha producido una sensación de nostalgia de un tiempo de adolescencia de cuando vimos Los Goonies, E.T., Jóvenes ocultos, Noche de miedo… cintas en las que los protagonistas eran una cuadrilla de chavales unidos para conseguir algo o acabar con alguien... ¿Quién no ha llevado alguna vez una mochila con estacas a una acampada? Si a eso le unimos un poquito de El misterio de Salem’s Lot (sobre todo de la escena de la ventana, que creo que es lo más terrorífico de la teleserie basada en el libro de King) ¿y otro poquito, pero muy poquito de Zombis nazis? (que no sé, que igual esta última referencia solo asalta mi subconsciente de serie b –y solo vi un poco de esa peli–...) resulta un coctel cojonudo.
Pero además, si algo me ha gustado muchísimo ha sido la estructura del libro. Una estructura que agiliza la lectura, le imprime velocidad  y buen ritmo y la hace muy atractiva. Y también que es un claro homenaje a Drácula, el libro de libros de vampiros por excelencia. Si Drácula es una novela compuesta de diarios, cartas, telegramas, noticias de prensa...  Verano de miedo imita su estructura actualizándola a nuestros tiempos: posts y comentarios en blogs, chats, sms, faxes, programas de radio y televisión, mails, programas de fiesta y hasta manuales de instrucciones y recetas de cocina...

La reseña completa en LyL.

10 noviembre 2014

"Disputar la democracia. Política para tiempos de crisis", de Pablo Iglesias


A ver cómo hago esto, porque reseñar este libro no es como reseñar una novela al uso con su trama, su introducción, su nudo y su desenlace… No va a ser fácil, no. No sólo por no ser una novela sino porque a pesar de intentar ser objetivo e imparcial me temo que no lo conseguiré y acabaré dejando huellas de mis simpatías por Pablo Iglesias y su partido Podemos. Algo lógico, por otra parte, ya que de lo contrario no habría leído Disputar la democracia. Política para tiempos de crisis.

Del mismo modo, intentaré moderar mi lenguaje y no meterme en exceso con los incompetentes, caraduras y cabronazos de políticos que han llevado (y están llevando aún) a nuestro país a la ruina mientras se forran a nuestra costa. Lo intentaré, pero no prometo nada contra esos hijos de…

Y también aviso de que va a ser inevitable que cite frases o incluso puede que párrafos del libro. Los pensamientos de Pablo Iglesias, (todavía no he comentado que el libro es un conjunto de reflexiones políticas, de “argumentos y técnicas de combate político y una aportación a combatir la ideología de los que niegan la posibilidad del cambio político” hechas antes de que Podemos se convirtiera en el fenómeno en el que ha llegado a convertirse –allá por finales del verano de 2013–) están tan claramente expuestos que sería una absurdez no aprovecharlos tal cual.

No voy a entrar en detalles pero sí que me gustaría resaltar algunas de estas reflexiones que se reparten a lo largo del libro y para ello me parece importante señalar el concepto de democracia para el autor de este libro.
Para entenderlo no hace falta ir hasta los griegos. Basta con ir hasta la Revolución Francesa, que arrebató el poder a los nobles y al rey para entregarlo al Tercer Estado. La propiedad privada ha sido el eje jurídico vertebrador de las relaciones entre economía y política. Los fundadores de EEUU construyeron un régimen político basado en la protección de los intereses de los propietarios de tierras y de esclavos. Desde entonces, político se equiparó a propietario y los que acaparan el poder insisten en que la democracia es solo un procedimiento de selección entre élites para ejercer el control de la administración. A ellos les basta que pueda elegirse entre el partido A y el B para que haya democracia. (Y entonces recuerdo las declaraciones de las ínclitas Sáenz de Santamaría, Cospedal y Rajoy, entre otros, decir que la irrupción de nuevos partidos en la escena política debilita la democracia… Ya… lo que debilitan es su parte de pastel, que tiende a reducirse o a desaparecer…)

La reseña completa aquí.
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