De entre la maraña de libros que salen al mercado, ya no cada mes o cada
semana, sino cada día, es fácil que se nos puedan pasar por alto auténticas
joyas de la literatura y más que de cualquier otra de la literatura breve. Sin
embargo, algo había en este segundo libro de Raúl Jiménez que llamaba
poderosamente la atención. Es cierto que un libro no debe juzgarse por la
portada, pero en esta ocasión la portada con la inocente, tierna y única imagen
de un conejo mutante con tres ojos, como salido del río cercano a la central
nuclear de Springfield, y actitud juguetona, creo que define muy bien el percal
de lo que vamos a encontrarnos en el interior. Así pues, editorial, primer
objetivo conseguido: no se nos ha escapado.
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