16 octubre 2019

Sidi






Cuando uno se entera de que uno de sus escritores preferidos tiene calentito un libro cuya salida es inminente se produce un proceso de combustión en su interior. Una llama se enciende dentro y corre a informarse por su cuenta sobre ese libro para avivar más la llama y las ansias vivas o para domarlas. En mi caso eso me sucede, entre otros, con Pérez-Reverte. Ya he reconocido más de una vez que soy fan de él. Pero ojo, no hay que confundir fan con fanático. No por gustarme las novelas de un autor automáticamente tiene porque gustarme todo lo que haga, diga o escriba. De hecho, no pude pasar de la mitad de El tango de la guardia vieja (y eso que lo tengo dedicado), fracasé en el intento con Cabo Trafalgar, me aburrieron La Reina del Sur y La carta esférica y Falcó me dejó algo frío. Pero sigo fiel al autor porque me ha hecho pasar ratos muy buenos con, por ejemplo, Lucas Corso en el Club Dumas (uno de los pocos libros que yo, que no soy muy de releer nada, he revisitado más de una y de dos veces), he gozado con todas las peripecias de Alatriste, me he despollado con La sombra del águila, y en definitiva, lo he pasado teta con la mayoría de sus libros.

Reseña completa en LyL


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