23 enero 2020

El rastro de la libélula






Hubo un tiempo, cuando era joven, en el que me gustaba el fútbol, en el que el fútbol no tenía un lado tan marcadamente mercantilista como el que ha adoptado desde hace ya unos cuantos años. No era un gran forofo, ni iba a partidos, pero recuerdo que los domingos por la tarde, cuando tocaba estudiar, tenía puesta la radio con el partido del Logroñés sintonizado. No muy alto, lo bastante para tener un runrún de fondo y enterarme de los goles, si los había, y lo suficiente como para poder concentrarme en el estudio. Ese tiempo pasó cuando el fútbol lo invadió todo y dejó de ser un mero entretenimiento más. Había fútbol tooodos los putos días de la semana y entre esa saturación y el descenso a los infiernos del C. D. L., el deporte rey acabó asfixiándome tantísimo que ahora solo veo los partidos oficiales de la selección en Eurocopa y Mundial.


Reseña completa en LyL.

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