27 noviembre 2013

Constantine,1

 
Cuando reseñé el número nueve de la etapa de Milligan en Hellblazer comenté que el número diez acabaría, no solo con la etapa de dicho dibujante sino que también con la colección y el personaje saldría así del sello Vértigo (sello creado específicamente para lectores adultos) e iniciaría una nueva vida y serie bajo el título de Constantine, más enclavada en el universo superheroico de DC. Comenté también el miedo generalizado que se había instalado en todos los fans del personaje más cínico y fumador de toda la galería comiquera a que el tono y carácter del personaje fuera pervertido y adaptado a la corriente mainstream. Miedo a que Constantine ya no fuera el Constantine cabrón y tramposo capaz de engañar tanto a ángeles como a demonios y al que habíamos cogido tanto cariño tras 25 años (¡25 años!) y 300 (¡300 números!)

 Pero…¿por qué hacerlo? El personaje estaba bien, las historias eran buenas y gustaban y ¡coño!, no cualquier serie aguanta 300 números,… que no es que se estén cargando algo nuevo que acaba de empezar… Así que, sin entender otros motivos que no sean los económicos, me dispuse a leer el número uno de Constantine (sin haber podido todavía leer el décimo de Milligan). 

 Y, gracias a Dios Odín, las cosas no han salido tan mal como se esperaba a priori. Cierto que Constantine ha perdido algo, sí, se ha dulcificado un poco, sí, pero lo fundamental, su esencia, sigue ahí. Seguimos teniendo a nuestro cabronazo preferido, nuestro traidor con clase, nuestro cínico fumador y nuestro mago-ocultista de toda la vida. No tengáis miedo de leer este cómic, pues Constantine sigue entre nosotros.

Reseña completa, aquí.

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