17 noviembre 2016

La despensa ideal


Me gusta cocinar. Me relaja moverme en la cocina, cortar puerros, jugar con las especias, medir las cantidades, recrearme con la inacabable cantidad de accesorios, golpear la carne, macerar los preparados, cumplir los tiempos, hervir el agua, salpimentar las salsas, llorar con la cebolla, probar el punto de sal, triturar ingredientes, darte cuenta de que te falta algo e intentar hallar un sustituto, dejar hecha un cristo la encimera, mesa y fregadero… mientras bebo una copa de vino.


Eso dice mucha gente. Yo no. No me gusta (tampoco me disgusta) y tampoco me relaja. Tampoco bebo una copa de vino. Lo cierto es que se pierde mucho tiempo en la preparación de la comida. Tiempo que podría estar aprovechando viendo una serie, leyendo o qué sé yo… Pero tampoco es lo peor cocinar. Para mí lo peor es saber qué cocinar. Pensar. Elegir de entre los elementos del congelador o frigo o despensa, qué preparar para el día siguiente.

Reseña completa en LyL.

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