Tenía ganas de volver a encontrarme con el Caballero Oscuro.
Hacía ya bastante que no sabía nada de él y me tenía preocupado. Ni una
llamada, ni un mail, ni un triste whatsapp con algún triste emoticono de un
murciélago alicaído y bocabajo (que no es lo mismo…) Y Jim, lo mismo. No tenía
ni idea de por donde se metía nuestro común y siempre triste amigo.
Hasta que un buen día recibo por mensajería un
paquete de un tal Wayne, sin dirección y con una tarjetita que dice “Sé que lo
estabas esperando”. Y bueno, sí, lo estaba esperando, pero esas no son formas,
don Murciélago. No lo son.
Reseña completa en LyL.
No hay comentarios:
Publicar un comentario