Ya lo cantaba Marlo Brando en ese
éxito chanante convertido con justicia en un clásico y en múltiples versiones
de tonos de llamada para el móvil. No podemos permitir que determinados
insultos desaparezcan de la calle, de nuestras vidas…: “Mequetrefe, payasa, botarate, tontaca, gilipipas… No, no, no. ¡Hay que
decir hijo de puta, niños, hijo de puta! ¡Hay que decirlo más! ¡Siempre hijo de
puta! Por su sonoridad, por ser el alfa y el omega de la vulgaridad. Gilipollas
es más coloquial y cabronazo no está nada mal, pero hijo de puta es un concepto
mucho más global. Para saludar, cuando te devuelven el cambio mal y para faltar”.
Reseña completa en LyL.
No hay comentarios:
Publicar un comentario