Conocí a Daphne Du Maurier cuando yo era niño. No, no; no la
conocí personalmente, claro, ni tampoco literariamente, sino a través de las
películas de mi idolatrado Alfred Hitchcock. Películas que estaban grabadas en
cintas de video que veíamos mi hermano y yo en casa de mi abuela. (Cintas de
vídeo, por cierto, en sistema Beta, –no VHS, no. ¡Beta!, que era un sistema
mejor pero que, como suele pasar, no triunfó por no haber sido el primero–). Películas
que veíamos una y otra vez y otra y otra, porque nos distraían, no entendíamos
realmente todo lo que sucedía en la pantalla, pero caíamos absortos en ella
igualmente. Sin ninguna duda Con la
muerte en los talones y La ventana
indiscreta se llevaban los récords de número de visionados, y, por
supuesto, Psicosis no estaba incluida
en la “programación”.
Reseña completa en LyL.
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