Anna descubre que su pareja la engaña. Sabe que no es la primera vez e
incluso tolera esos escarceos de Davide. Pero esta vez es distinto. Por culpa
de, o gracias a, un teléfono mal colgado (no sabe bien si fue un despiste o
algo intencionado para que ella lo escuchara), oye a Davide hablar con alguien de
todas las mujeres a las que se tira a sus espaldas. Las conoce a todas y se
pregunta cómo es posible que puedan querer estar con alguien como él. Las conoce a todas salvo a esa a la que ella
ha dado en llamar “Perro”. Lo que le jode, lo que realmente le jode, es que, por
lo visto, con ella va en serio y ella, que no es celosa “en vez de hacer que la
dejara (a Perro), empieza a fingir una especie de torpes celos”.
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