Confieso que el
título y la sinopsis (y la portada, claro) me llevaron a creer que los relatos
que iba a encontrarme en este libro iban a ser única y exclusivamente historias
de fantasmas. El primer relato, por cierto, estupendo, de los mejores, A tiempo para desayunar, no hacía más
que mantenerme en el error al abordar un cuento de fantasmas desde una óptica
nada convencional en el género y además con la característica de crear un
apartado que yo no he podido bautizar de otra forma más que miedo triste. Es una cosa peculiar, un
¿subgénero?, en un relato en el que se nota una profunda tristeza a la vez que
el “miedo” va haciéndose también más presente.
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