13 marzo 2019

Sábado, domingo





Supongo que no es solo cosa mía, pero, de pequeño, en la infancia, adolescencia, e incluso tardoadolescencia, cuando no sabía o entendía algo y me lo explicaban, imaginaba que llegaría el momento en el que lo sabría todo y no tendría que consultar a nadie. Al crecer te das cuenta de que no, de que básicamente, sigues siendo la misma persona, tal vez con otro carácter, con una suma de vivencias acumuladas que lo han forjado, con experiencias traumáticas (o no) y, en definitiva, con años de experiencia. Pero no lo sabes todo. Ni de coña. Ni lo sabrás. Es el mismo caso que el de mucha gente que está convencida de que al morir, de golpe será supersabia y trascendente que te cagas y que en ese momento en el que el “espíritu” abandone la carne, todos los misterios de la vida, el propósito del ser humano, el “qué somos, a dónde vamos y de dónde venimos”, les será revelado. Y no. Eso tampoco va a pasar.


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