“Trabajo en el
matadero municipal de Limoges, el más grande de Francia, donde matamos cada
día, sin excepción a vacas en estado de gestación. En ocasiones esperamos a
propósito hasta veinte minutos antes de abrir la vaca, para que el ternero que
está listo para nacer se ahogue en el líquido amniótico. La madre ha muerto
hace ya un rato, pero aún se ve cómo su vientre se remueve. Si abriésemos la
bolsa y auxiliáramos al ternero, podría vivir.”
Reseña completa en LyL.
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