De siempre las mitologías de todas las culturas han reservado a la mujer
los valores que tradicionalmente han sido asociados a su género (fertilidad,
maternidad, protección, amor, naturaleza, sabiduría,…) pero parece que
cualesquiera de estos valores –o del que tocara representar en la fábula o mito
de turno– siempre han ido ligados irremediablemente al don obligatorio de la
belleza. Lógico por otra parte pues, para la composición de historias y mitos
nadie imaginaría a una Atenea horrenda, a una Freya chepuda y con arrugas, a
una Cibeles tuerta y con llagas en la cara o unas musas barbudas… Por ejemplo.
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