02 noviembre 2010

American Vampire, de Stephen King y Scott Synder


























«Esto es lo que los vampiros no deberían ser: pálidos detectives que beben bloody marys y sólo trabajan de noche; caballeros sureños desesperados de amor; adolescentes anoréxicas; chicos juguete con grandes ojos de cordero degollado.
¿Cómo deberían ser? Asesinos, cariño. Asesinos fríos como la piedra que nunca tienen suficiente de ese sabroso Tipo A positivo. Cazadores. En otras palabras, América de Medianoche. Rojo, blanco y azul, con acento en el rojo. Esos vampiros han quedado secuestrados por un montón de romance de baja estofa»

Repito este párrafo, que ya incluí al anunciar hace unas semanas el cómic, porque me interesa recalcar lo alejado que está este American Vampire de las ñoñerías que nos han inundado últimamente en lo tocante a los chupasangres. Ese párrafo incial es de Stephen King, coguionista junto con Scott Snyder del cómic que nos ocupa.

Los vampiros siempre han querido caminar a la luz del día. Unos lo han logrado (como la olvidable saga crepuscular), otros pretenden lograr ese sueño (Blade, Vampiros en la Habana, Daybreakers, la reciente (y recomendable) serie True Blood…) pero siempre se ha creído que el hecho de alcanzar esa meta sería la culminación del poder del vampiro. El vampiro que lo consiguiera, sería poco menos que invencible.

Stephen King nos presenta la historia de Skinner Sweet, un ladrón de bancos convertido en el primer vampiro americano y además en el primero que puede andar bajo el astro rey. Un vampiro repudiado por los otros vampiros, (aunque Skinner no busca su integración precisamente), que lo ven como una aberración (racismo, ¿evolución?) de su raza. Esto ocurre por allá por mil ochocientos setenta y algo.
La historia de Skinner se entrelaza con la de Pearl Jones,(a cargo de Snyder), extra de cine y camarera que sueña con el éxito en el Hollywood de 1925, pero que acabará mezclándose con Skinner.

El resultado es un cómic muy digno, muy entretenido y mejor de lo que me esperaba. Tenía mis dudas con Stephen King (con sus finales sobre todo), pero ha sabido desarrollar unos vampiros salvajemente sangrientos (cosa que siempre debieron ser) y brutales, con algunas escenas más propias del cine gore que de otra cosa.

Por otra parte, el dibujo de Rafael Albuquerque me encanta y el entintado es soberbio.
La calidad del papel también es notable e incluso podría decir que hasta el precio (18,95 euros) es ajustado (si lo editara Norma costaría 25 euros mínimo).

No sé muy bien cuantos tomos más habrá, pero anunciados hay otros dos más.
Desde luego el que huya de vampiros guapos, románticos y adolescentes tiene en American Vampire una opción más que recomendable.

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