25 octubre 2011

Snuff, de Chuck Palahniuk

















SNUFF, de CHUCK PALAHNIUK
MONDADORI
Nº páginas: 208 pags
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda


A pesar de que hacía ya un tiempo que tenía el libro en casa no fue hasta que abandoné la lectura de 2666 de Ricardo Bolaño, allá por la página 120 (ni siquiera acabada la primera parte), cuando busqué refugio en Snuff. Harto de las rodeos y más rodeos en forma de seminarios, charlas, palizas a taxistas, triángulos amorosos y sueños que no llevaban a ningún sitio de los personajes de Bolaño, Palahniuk aparecía como un salvador del tedio que el libro del chileno me estaba produciendo.

Y en buena parte así fue. Palahniuk siempre tiene unos argumentos originales. Sólo a él podría ocurrírsele contarnos las vivencias de cuatro personas, desde sus respectivos puntos de vista, mientras esperan turno para follarse a una actriz porno que quiere retirarse llegando a los 600 polvos para batir así el record mundial de sexo en grupo y filmado.


Como siempre, entre pensamientos y diálogos entre nuestros personajes, abundan una cantidad ingente de curiosidades que, aunque poco o nada aportan al desarrollo de la historia, entretienen e incluso te hacen plantearte si es cierto todo lo que dice o es también pura invención del autor (como el hecho de saber que fue Hitler el inventor de la muñeca hinchable-que, por cierto, sí, lo es). Pero la vida está llena de cosas intrascendentes, nimiedades y vacíos y estos ejemplos son una forma más de retratar la vida y la gente.
También como siempre prosa y diálogos ágiles.

Pero por desgracia, tengo la sensación de que últimamente a Palahniuk le sucede como a Stephen King. Si King es un gran narrador (incluso con historias alejadas del terreno del terror) y construye muy bien sus personajes, falla casi siempre en la resolución. La de finales que ha “cagado” después de haber hecho bien todo lo demás. Pues Palahniuk empieza a hacer algo parecido. No con los finales sino con la forma de apagarse el original inicio de sus libros. Me pasó con Nana, y ahora con éste. A medida que lees Snuff, el planteamiento de partida va volviéndose anodino y pierde la fuerza inicial, la sorpresa, la provocación que se supone que quería producir. Te acostumbras a lo que te cuenta e incluso puede llegar a inocularte un ligero, ligerísimo, aburrimiento.

No obstante, leeré más de él. Pigmeo tiene buena pinta. Al menos el argumento parece original…

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